Para la mayoría, el verano significa descanso, paréntesis, desconexión, tiempo para ti mism@, tus hobbies, la familia o la pareja… Pero a veces no todo es tan idílico.
Es frecuente, por desgracia, ver que algunas parejas, a la vuelta de sus vacaciones, se sienten más lejos el uno del otro, desconectados, y parece que no se reconocen. Por mucho que se quieran o se hayan querido, no encuentran la forma de volver a sentirse tan a gusto en su relación como antes.
Esta sensación, se va gestando y creciendo con los años. Poco a poco, la falta de tiempo por las obligaciones diarias, los problemas con la familia política, las discusiones, los conflictos que quedaron sin resolver, las rencillas… van haciendo poso y cada vez van pesando más hasta formar un gran saco que arrastra la pareja, y hace que todo se vuelva más difícil, hasta el punto de preguntarnos qué ha pasado con la relación que había al principio y cómo es posible que haya cambiado tanto.
En las terapias de pareja siempre explico que una relación sentimental es como una mesa que se sostiene sobre tres pilares fundamentales, y si uno de ellos se debilita, la mesa se tambaleará y pueden empezar los problemas. Estos pilares son:
- Intimidad (tiempo de calidad entre ambos, cosas que compartís solo vosotros, que os pertenecen solo a vosotros y forman parte de vuestra identidad como pareja…)
- Pasión (no solo entendida como pasión sexual, sino como todo aquello que os emocione como pareja: proyectos nuevos, aficiones que desarrolléis juntos y que os llenen de felicidad…)
- Compromiso (es el vínculo firme que existe entre vosotros como pareja, la determinación de no romper ese compromiso entre ambos)
Puede ser que cada miembro de la pareja considere que hay uno más dañado que otro, y que no coincidáis en vuestro modo de verlo. Esto es perfectamente normal y esperable, ya que cada uno tenéis una visión y vivencia diferente de la relación. A fin de cuentas, sois personas diferentes con personalidades distintas. Por eso hace falta mucha escucha y determinación a comprender a la otra parte de la relación. Si no hacéis el esfuerzo de reparar ese puente que os une, escuchando primero el punto de vista del otro lado y atendiendo a su dolor y necesidades, no habrá nada que hacer.
En terapia, al principio damos un tiempo a cada uno para explicarse y expresar sus sentimientos hacia la relación, tal y como la percibe ahora. Así “hacemos la foto” de cómo está realmente vuestro vínculo y cómo se ha llegado a esa situación. A partir de ahí, respetando los ritmos de cada uno, seguimos profundizando, y empezamos a pactar actividades y pautas de comportamiento que podréis en práctica en casa, para cambiar hábitos disfuncionales, y promover conductas entre vosotros de cariño, respeto y cuidado mutuo.
Así, también sin daros cuenta, estaréis priorizando vuestra relación, sacando tiempo para vosotros, para buscar nuevas formas de relacionaros y aprender a solucionar los problemas juntos. Surgirán dificultades, y el camino nunca es sencillo, desde luego. Pero las abordaremos juntos en terapia, y buscaremos siempre la forma de continuar construyendo ese puente que os comunique, con ladrillos basados en el amor que seguro os tenéis, las ganas de veros bien, y todo lo positivo que cada uno aporta a la pareja.